
Hay algo que no me gusta del Teletón.
Aún en el escenario pesimista, dando lugar a la mexicana sospecha de que la corrupción también se cuela en las causas nobles, reconozco que es mejor que haya una iniciativa como ésta a que no la haya.
También supongo que, con todo, el Teletón colabora a hacer visible una parte de la población que el resto del tiempo permanece oculta por los medios. Pero claro que hay algo negativo en el hecho de que nos acostumbremos a pensar en las personas discapacitadas un día al año, y sobre todo bajo la lupa excesiva de Televisa.
Sé que la exposición de los casos conmovedores es una estrategia de venta: que la gente se conduela tanto que no le quede otra alternativa que cooperar. Pero no alcanzo a saber si es legítima. ¿Se vale lucrar con la mala ventura aunque sea para ayudar?
Tampoco me gusta que el presidente se pare ahí a felicitar como si en el fondo una colecta nacional no se hiciera necesaria por la pésima administración del país. Al menos debería ir a hacer compromisos oficiales.
Peor aún, la gente ve con buenos ojos que los gobernadores y los alcaldes hagan donativos. ¡Eso se llama desvío: el dinero con que ellos cuentan tiene un presupuesto asignado, no son sus ahorros! ¿quién les dijo? Distinto sería que se comprometieran a hacer aportaciones trasparentes para las obras que el Teletón apoyara en sus estados.
Por último, ¿quién más se ayuda en los teletones? Las empresas, como empresas, no hacen nada que no les represente una ganancia, y menos en estos tiempos. Lo de los redondeos y todo eso, ¿alguien lo investigará? Y si encuentra algo ¿habrá forma de decirlo?
Sería el escándalo que nos faltaba.
¿Tú qué opinas?