
Ni cómo negarlo: en México estamos sumidos en varis crisis. Una de ellas es la económica, y más precisamente la del empleo. Aunque para algunos sigue siendo un rumor infundado (por todas partes se sigue viendo a la gente gastar como si no pasara nada), para otros ya es una realidad que no se puede disfrazar con más entregas de oscares ni fechorías de la Lucerito en la telenovela de la noche.
Los despidos nos rodean. Las historias que se cuentan en la sobremesa son cada vez más cercanas y despiadadas. En ellas, la lógica del capitalismo no deja de mostrar sus dientes afiladísimos. La gente que ya estaba enganchada del cuello por la cuestión económica resulta la primera en perder su empleo. Los que menos protecciones tenían y más horas de su vida sacrificaban para que la rueda marchara, se quedaron botados y la carcacha quiere seguir su camino sin ellos.
De enero para acá muchos ya se fueron a su casa royendo la pregunta sin fondo de qué van a hacer sin sus 700 pesos a la semana para pagar las deudas que con despreocupación habitual mexicana contraían cada mes, más la renta, más las escuelas, los camiones y, claro está, la comida diaria...
De enero para acá muchos ya se fueron a su casa royendo la pregunta sin fondo de qué van a hacer sin sus 700 pesos a la semana para pagar las deudas que con despreocupación habitual mexicana contraían cada mes, más la renta, más las escuelas, los camiones y, claro está, la comida diaria...
En cambio, los de cargos más arriba esperan en sus casas porque los pusieron a descansar a fuerzas. Prefiero esto a que me despidan, dicen con gesto de gusto pero con el estómago contraído, porque tampoco saben lo que va a pasar. ¿Y si la medida precautoria no basta? ¿Quiénes serán los siguientes despedidos? Todos los rumores parecen creíbles y también hacen su parte acabando con la paz de la gente, aunque estén reposando en sus casas.
Marx en su tumba debe estarse muriendo de risa, que el capitalismo mande a sus fuerzas productivas a descansar es tanto como que el socialismo idee monopolios para hacer posible la acumulación de capitales. Y ambas cosas ya las estamos viendo. ¡Se acerca el fin del mundo! diría mi tía Conchita.
(*) Imagen de Rafael Magallanes Quintanar.
Marx en su tumba debe estarse muriendo de risa, que el capitalismo mande a sus fuerzas productivas a descansar es tanto como que el socialismo idee monopolios para hacer posible la acumulación de capitales. Y ambas cosas ya las estamos viendo. ¡Se acerca el fin del mundo! diría mi tía Conchita.
(*) Imagen de Rafael Magallanes Quintanar.