mayo 26, 2009

Ese juego que jugamos


SEGÚN LA PERSONALIDAD, la sociedad nos otorga un rol social que es difícil de franquear y al cual nos acostumbramos porque en el fondo nos brinda algún tipo de beneficio, aunque sea aparente.

En cada núcleo social siempre se encuetran el simpático y el serio, la chismosa y también la prudente, la bonita y la... platicadora, el consumista y el intelectual, la chiles-fritos y la reprimida, la bordada a mano haciéndonos la vida pesada y la pelangocha siempre haciéndonos reír... Se trata de roles disponibles en la convivencia diaria que funcionan como parte de un todo para crear la trama que da vida a la sociedad. Lo que no hace uno, lo hace el otro, complementándose.

Es una gran aspiración querer escapar a los roles que el medio pero también nosotros a veces nos autoimponemos. Cuesta trabajo desprenderse de ser el enojón, o el valemadrista, o el meticuloso, o el sobreprotector o el sobreprotegido, sin embargo la experiencia de libertad nos la da el dejar atrás las viejas lealtades que nos encadenan y frenan, y nos impiden averiguar quienes somos más allá de la función reductora que hemos cumplido creyendo que haciamos algo por los demás.

Lo es porque escapando de cumplirle a los demás también perdemos su reconocimiento, su admiración o su eterno agradecimiento, lo que finalmente nos permitía controlarlos un poco (o un mucho).

Los años y la experiencia ayudan a darse cuenta de que hay pequeños roles que se cumplen de manera irreflexiva, como los que se asumen en cada núcleo familiar, de amigos o de trabajo. Pero también ayudan a darse cuenta de que hay funciones que si no se cumplen las cosas no marchan bien a nivel social pues hay deberes colectivos que sólo nos corresponden a nosotros.

Tratar de deshacerse de los roles impuestos es tan importante como entender la función que socialmente representamos dentro de un país. No podemos olvidar que el funcionamiento del todo está íntimamente ligado con lo que hacemos cada día, y con cómo lo hacemos, lo cual es una pregunta que en México no nos hacemos muy a menudo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Escribes muy bien te felicito, saludos desde Chile

Anónimo dijo...

A theme that is so important for me since I started reading Sartre. I can't help but think you are right to link particularly Mexican identity to the subject. While this is for me a universal issue, I imagine it can only weigh your freedom down more with all those apodos (gorda, negro, chaparro...),and the stereotypes (el cabron, el ranchero, la amante, la mama, el narco, la fresa, el naco).

Nobody wants you to step outside your category.

Gracias por leerme, pero ya que andas en eso, escríbeme tu comentario...

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