Sin saberlo, llevaba años esperando el momento. Hoy en cuanto me dieron la carta de recomendación (uno de los requisitos para pedir la beca de doctorado que quiero hacer) corrí a ponerme los patines. Una enorme tormenta se fraguaba encima de los cerros densos de vegetación, pero creí que tendría tiempo de mi recorrido habitual por el borde del río.
En esta temporada del año Besancon se parece a Uruapan en eso. Las mañanas pueden ser soleadas pero a partir de la tarde el cielo comienza a ennegrecerse, el viento se violenta y de repente ya está lloviendo a cántaros como diríamos nosotros, a cuerdas como dicen los franceses.
Pues así fue hoy. Justo a medio recorrido, cuando ya me acercaba al segundo puente que marca los límites de Besancon, la tormenta que yo creía detrás de mí, me salió de frente, claro, yo había rodeado la colina. Pronto sentí las primeras gotas, pero cuando ya cruzaba el puente para venir de regreso, la lluvia me cayó como un cubetazo...
El río, crecido por las últimas lluvias, corría con velocidad como huyendo también. Pocos minutos bastaron para darme cuenta de que más me valía disfutar la empapada y empezar a gritar quejumbres sin parar de deslizarme. El suelo, además se había hecho más resbaloso así que cualquier intento por pararme estaba de más. ¡Cómo me reí, jajajaja! ¡Parecía avecilla despavorida, pájaro patinador motorizado, Nostradamus en patines en esa escena donde va corriendo con su ataudcito bajo el brazo!
- ¡Ay, de veras, se me van a encoger los patines, tan caros, de veras!
Los camioneros que pasaban al borde de la carretera me pitaban muertos de la risa, un niño que se me atravesó en su bicicleta lanzó un grito despavorido, que yo contesté con otro, sintiendo cómo el aire, y las cuerdas de lluvia, nos empujaba a los dos...
- ¡De veras, de veras...!
Y ya entrando en las curvas que están abajo de la imponente Citadelle, es decir, acercándome a mi casa, comprendí que hacía por lo menos diecitantos años que no me mojaba bajo la lluvia. Es más, que nunca había patinado bajo la lluvia: creí que eran dos cosas que no se llevaban. Agradecí profundamente al azar por una cosa así, porque, efectivamente, una mojada de este tipo no se puede planear. ¡Hasta rica me sabía la lluvia que escurría de mi cabeza y se me metía entre los labios...!
En esta temporada del año Besancon se parece a Uruapan en eso. Las mañanas pueden ser soleadas pero a partir de la tarde el cielo comienza a ennegrecerse, el viento se violenta y de repente ya está lloviendo a cántaros como diríamos nosotros, a cuerdas como dicen los franceses.

El río, crecido por las últimas lluvias, corría con velocidad como huyendo también. Pocos minutos bastaron para darme cuenta de que más me valía disfutar la empapada y empezar a gritar quejumbres sin parar de deslizarme. El suelo, además se había hecho más resbaloso así que cualquier intento por pararme estaba de más. ¡Cómo me reí, jajajaja! ¡Parecía avecilla despavorida, pájaro patinador motorizado, Nostradamus en patines en esa escena donde va corriendo con su ataudcito bajo el brazo!
- ¡Ay, de veras, se me van a encoger los patines, tan caros, de veras!
Los camioneros que pasaban al borde de la carretera me pitaban muertos de la risa, un niño que se me atravesó en su bicicleta lanzó un grito despavorido, que yo contesté con otro, sintiendo cómo el aire, y las cuerdas de lluvia, nos empujaba a los dos...
- ¡De veras, de veras...!
Y ya entrando en las curvas que están abajo de la imponente Citadelle, es decir, acercándome a mi casa, comprendí que hacía por lo menos diecitantos años que no me mojaba bajo la lluvia. Es más, que nunca había patinado bajo la lluvia: creí que eran dos cosas que no se llevaban. Agradecí profundamente al azar por una cosa así, porque, efectivamente, una mojada de este tipo no se puede planear. ¡Hasta rica me sabía la lluvia que escurría de mi cabeza y se me metía entre los labios...!
3 comentarios:
ufaaa...las mojadas de lluvia son de las mejores experiencias que hay..recuerdo 2 (de varias) una en mis epocas mas juveniles de prepa y la más reciente hace unos 3 años creo en un concierto de Depeche Mode en la caotica ciudad de México en pleno foro sol..lluvia a todo lo que daba sazonada con un excelente concierto. Con mis amigas terminamos como sopas maruchan de estadio..y al final como buena conductora resiganda..el trayecto de regreso fue en calzones ¿como podía majenar cuando el pantalon de mezclilla me raspaba tan feo? y exponer a mis amiguiiiiss?? noooo veldá? jejeje
Pues aparte de que tuve el gusto de compartir la mojada aquel día con Luisa en el concierto de Depeche Mode, creo que también para mí fue la última. Recuerdo otra cuando estuve en Chichén Itza de vacaciones, en una excursión, de esas lluvias repentinas del sur de México, llueve y que al rato se abre cielo y aquí no pasó nada jaja. Y no nos molestó mojarnos, al contrario agradecidos por el calor sofocante que hacía, nos sorprendimos que no sentíamos las gotas de la lluvia fría como generalmente son al menos aquí en la ciudad, al contrario sentimos el agua tibia, y nos mojamos con gusto, visitándo las ruinas y nosotros escurriéndo pero felices, claro una vez que nos subimos al autobús para regresarnos ímaginense como olíamos todos!!! guacalaaaa jajaja
¿O era por acá que querías que te leyera?
Pues yo te leo, como ferviente lectora tuya que soy. Nunca me mandaste la novela, a ver si ahora lo haces.
La lluvia... hoy me desperté con frío y con la cabeza llena de metáforas. Con ganas de sí estar enamorada y que no pese.
La vida, mi Rana, la vida... no la sueltes. Ya si se acaba que sea de su mano, pero sin soltarla. Para que el último ahullido sea vital.
Qué ganas de andar a tu lado en patines o mejor: de pasar a tu lado y echarte en encima un charco de agua, para que no sólo llegaras mojado a casa, sino también mugrocillo de charco.
Yo las mojadas que recuerdo son las del pueblo, cuando en la tierra charandosa nos aventábamos por los zurcos que dejaba la calle de la casa de la Mama Gracia con la lluvia. Y eran toboganes fantásticos, laberíntos de agua. Nunca llegabas al mismo fin, pero sí al mismo charco.
Yo nomás sé que te quiero y tex extraño.
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