aNo lo dije en voz alta, en parte por temor a que nadie lo escuchara, en parte porque en el fondo a nadie tiene porqué interesarle, y en parte porque sólo me atañe a mí y en ello radica su veracidad, pero pensé que tengo dos meses para cambiar mi vida.
Bueno, se oye como fórmula de película de dos horas, de formato de programa de televisión que realiza cambios de imagen como respuesta a todos los conflictos habidos y por haber.
Lo mío es más simple y quizá la expresión no es correcta. No quiero cambiar mi vida. Mi vida ha sido y es buena tal y como es, aunque todos los días me pregunte al rasurarme porqué tengo estas entradas tan feas y porqué me siento el patito feo de la familia en todas las reuniones, sin derecho a hablar de las cosas que me emocionan.
Objetivamente mi vida ha sido fácil comparada con la de miles de personas desconocidas que cruzo todos los días en estas calles gualajarenses, y también comparada con la vida de personas cercanas, entrañables, que he amado. Pero por fácil me he esforzado poco para lograr las cosas, y por eso mis satisfacciones hasta hoy han sido medianas.
Sólo quiero modificar la forma en que vivo mi vida que ya es buena. Ésa es la búsqueda y ésa es la síntesis, insisto: sencilla, a la que aspiro. Por primera vez en la vida, comprendo cabalmente que no tengo otra misión más importante. Es más, no tengo otra misión.
Mudanza otoñal
Hace 14 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario