- Oieeee, eto no’é canepueco…!
Su lenguaje de puras vocales es lo primero que te saca del sueño. Luego sigue el silbar de las ollas expres hirviendo a toda marcha los frijoles negros del día, el vapor fragante de sus ollas arroceras repletas de un arroz blanco y esponjoso que a mi me recuerda la morisqueta de Uruapan, y el olor a fritura de sus viandas, como ellos llaman a la yuca, el boniato y la malanga que sirven siempre de acompañamiento.
Los cubanos se levantan temprano y, sin mayor distracción mediática, desde esa hora comienzan a inventar. Después de la caída de la Unión Soviética los periodos especiales anunciados por el gobierno se multiplicaron y casi se volvieron la norma. Hubo un tiempo en que en vez de apagones había alumbrones cada vez que se reponía la corriente eléctrica. Cada día para los ciudadanos resulta una prueba matemática, lógica, de habilidad, de resistencia, de ingenio y cordura, en la que hay que inventar soluciones para salir avante en las cuestiones más elementales.
Los oigo muy de cerca, no sólo porque las ventanitas abiertas de los edificios casi se rozan, sino porque la precariedad general los iguala a todos y ha desterrado el pudor. Se narran hasta dónde tuvieron que caminar para encontrar cebolla. Se quejan de que no hay huevo, o de que los vecinos les tienen la vida hecha un yogur. De que está saliendo muy poquito gas y a ese ritmo habrá que pasarse todo el día cocinando. De que ya anunciaron que sólo tres países están a favor del bloqueo económico, pero que esa noticia sigue sin dar para comer. Con tanta inconveniencia rondando, me da pena seguir acostado y me levanto.
Voy por el pan y, como en todos los negocios, hay que hacer fila de varios minutos. De paso, pregunto si no van a apagar la estrepitosa alarma de una bodega de cerveza que hace más de una hora que se activó. Nadie sabe qué hacer. Cuidado con las cañerías rotas que vierten el churre en la banqueta misma sin que el estado las repare: no hay con qué. ¡Se me olvidó traer una java!, me doy cuenta al ver a una señora que vende bolsitas de plástico astutamente entre la fila. El solecito empieza a calentar la Habana pero el aire, tan temprano, se siente muy sucio a causa del keroseno de los almendrones, esos voluminosos coches de los años cuarenta y cincuenta que ahora circulan como taxis compartidos y que son verdaderos museos rodantes.
Todo mundo me dice que trate de pasar por cubano para que no me quieran ver la cara y cobrarme en divisa. Pero como las malas intenciones nunca se logran, los indicios de que soy mexicano se me salen por todos lados.
- Buenos días, disculpe, ¿cuánto cuesta el bollo?
- Díiiime? –me salta impaciente la vendedora, una negrona que de un solo caderazo me lanzaría de regreso a mi país, incrédula, porque piensa que le estoy preguntando el precio de sus genitales.
- Poóme un’arra de media libra a’í… - se me adelanta un señor poniéndome el ejemplo de cómo hay que pedir las cosas.
En Europa los otros latinoamericanos y los españoles también se ríen de nosotros por nuestra cortesía constante y exagerada. Este servilismo viejo que tenemos en la sangre los mexicanos que todo lo pedimos bajo tres candados de si usted quiere, por favorcito, su mercé, con miedo de que nos pase como a los maderos de San Juan que piden pan y nos le dan, piden queso y les dan hueso que se les atora en el pescuezo...
Pero también la voz de los cubanos es distinta a la nuestra. Me muero de envidia por los trombones de sus gargantas con los que se hablan, no sólo de balcón a balcón como los italianos, sino de calle a calle. De una esquina a la otra la gente ya viene saludándose. No podría ser de otro modo para preguntar la ruta a los choferes de los almendrones que siempre traen el reggaeton a todo lo que da. Tampoco podrían hablar bajito como nosotros por todas las consonantes que no pronuncian, pienso. Pero si por un lado su erre, su ese y su ye son ya casi ilusiones, su cuerpo entero es una enorme caja de resonancia.
Todos los cubanos son así. Algo tienen por dentro demasiado impetuoso y todo el tiempo se les está saliendo. Los hombres son machos machos, Pedros Navajas con arracadas y bíceps de hierro. Ufanos, cuando caminan parece que van a bailar, que se van acercando a la pista con los primeros contoneos. Su voz es grave a más no poder, una octava debajo de la nuestra. Suena como salida de una gruta lúbrica y oscura donde el que no cae, resbala.
Las mujeres son exuberantes como arbolones de manglar, inventivas en su arreglo, detallistas. Nada que ver con las francesas que con el cuento de que son bonitas no se pasan ni un peine y salen a la calle llenas de trapos ripiados como si un perro les hubiera saltado encima. En ningún otro país las caderas, los muslos y los senos son tan importantes. Aquí se los resalta, se los presume, se los saca a pasear, forman parte del patrimonio nacional. En la primaria, las niñas ya bailan con una sensualidad pasmosa.
Para pasar por cubano tendría que aprender a soportar mejor las carencias, a no pensar en lo maltratada que está la fruta en el agro, a no saber muchas veces qué se está comiendo uno.
- De qué son las croquetas?
- De ave…
- Ah, ¿de pavo?
- No, ¡de averigua!
Concentrarme en cosas más reales. Cuidar las pertenencias porque una vez que se rompen no hay forma de encontrar las piezas, todo sale en un ojo de la cara. Valorar cada silla, cada mesa, cada puerta que guarece del viento de los ciclones.
Buscar hacer más con menos, como hacen en todas las casas donde el pollo se desmenuza en el arroz y el resultado es una cosa magnífica y más rendidora. No quejarme porque hay que zancajear mucho para ir a trabajar o a estudiar, incluso después de haber tomado la guagua. Alegrarme con pequeños placeres, como el de los helados Coppelia que se vuelven más sabrosos después de que hay que esperar hasta cuarenta minutos haciendo cola, eso sí: sabiendo bien detrás de quién va uno, astucia que también tendría que aprender.
- Último en la fila?
-Iooo…
- ¿Detrá’e quién?
- De aqueia señora junto al álbol…
2 comentarios:
Me encanta Cuba! Estas palabras me permiten de conocer aun mas una tierra que descubrire' muy pronto . Tus reflexiones sobre Cuba e los cubanos son muy originales y me ayudan!
perdona mis errores de gramatica
Gianni
Tus reflexiones sobre Cuba son muy similares a los comentarios frecuentes que escuchamos aqui en Oregos y en todo el pais segun entiendo y me encanta todo lo que escribes y aunque en mas de una vez has mencionado que no te gusta recordar, a mi me fascina que siempre me haces recordar mi Uruapan querido y extrañado.
Aunque no te des cuenta y hasta te creas lo contrario, tu eres una persona muy fuerte, sigue adelante con tus proyectos, que aunque a veces las circunstancias nos pueden hacer sentir hasta morir, se necesita mucho mas que los problemas para vencernos. Te quiero mucho y desde donde estoy hasta donde estes, te mando mi cariño y mi agradecimiento.CARMEN
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